Santas Justa y Rufina, conocidas como las Santas Alfareras, son dos figuras emblemáticas del cristianismo, veneradas como mártires en la ciudad de Sevilla.
Santas Justa y Rufina nacieron en Sevilla en una familia de artesanos alfareros, un oficio común en la ciudad, conocida por su tradición cerámica. Eran cristianas, una religión que para entonces aún era perseguida por las autoridades romanas. Su compromiso con la fe cristiana las llevó a rechazar el politeísmo dominante, lo que les traería el martirio.
Una de las historias que ha llegado hasta nosotros señala que Santas Justa y Rufina se negaron a rendir culto a la diosa Venus durante una festividad local. Esto provocó el enfado de los paganos de la ciudad, quienes las acosaron para que ofrecieran sacrificios a los dioses romanos. En un gesto de resistencia, las santas rompieron una figura de la diosa, lo que las puso en el punto de mira de las autoridades romanas.
El prefecto de Sevilla, Diogeniano, ordenó que fueran arrestadas y sometidas a tortura para que renegaran de su fe. Justa fue la primera en fallecer a causa de los tormentos, mientras que Rufina, que continuó con vida, fue ejecutada poco después por decapitación. Según la tradición, los cuerpos de las santas fueron arrojados a un pozo, pero más tarde recuperados por los cristianos locales y enterrados en un lugar digno. Este martirio consolidó la figura de ambas como símbolos de resistencia cristiana frente a las imposiciones paganas del Imperio.
Por otro lado, hay una segunda leyenda que vinculan Santas Justa y Rufina con la Giralda. Esta torre, que en su origen fue el alminar de la gran mezquita de Sevilla durante la época musulmana, fue posteriormente convertida en el campanario de la Catedral de Sevilla tras la Reconquista. La leyenda popular asegura que Santas Justa y Rufina, como patronas de Sevilla y protectoras de la ciudad, salvaron a la Giralda de ser destruida durante un gran terremoto que sacudió Sevilla en el siglo XVI.
Se dice que, durante el temblor, la torre de la Giralda comenzó a balancearse y parecía que iba a colapsar, pero gracias a la intervención milagrosa de Justa y Rufina, la torre se mantuvo en pie. Esta historia fortaleció su reputación como protectoras de la ciudad y sus símbolos.
La iconografía de Santas Justa y Rufina es rica y variada, especialmente en Sevilla, donde son motivo de inspiración para artistas desde la Edad Media hasta el presente. Las santas son frecuentemente representadas juntas, lo que enfatiza su vínculo fraternal y su martirio compartido. En muchas representaciones aparecen con las herramientas de su oficio, los cántaros de barro, simbolizando su origen como alfareras.
Una de las representaciones más conocidas de Justa y Rufina es la obra de Bartolomé Esteban Murillo, pintor barroco sevillano. En esta pintura, las santas aparecen serenas y majestuosas, con la Giralda entre ellas, y sosteniendo cántaros de barro, una referencia a su oficio. La obra captura tanto la santidad como la humanidad de las mártires, y se ha convertido en una imagen icónica dentro del arte sacro sevillano.
El día de Santas Justa y Rufina se celebra el 17 de julio. En Sevilla, aunque no es una festividad tan multitudinaria como la Semana Santa o la Feria de Abril, el día de las santas se conmemora con misas y procesiones en las parroquias que les están dedicadas. La Hermandad de los Alfareros organiza actos en honor a sus patronas, manteniendo viva la tradición de veneración.
El legado de Santas Justa y Rufina trasciende la devoción religiosa. Son un símbolo de resistencia y fe, no solo para los cristianos, sino también como iconos de la identidad sevillana. Su historia, que combina hechos históricos con leyenda, resuena aún hoy en una ciudad que las honra en su arte, arquitectura y celebraciones. La protección atribuida a las santas en momentos críticos, como los terremotos, ha consolidado su imagen como guardianas de Sevilla.
Así, las figuras de Santa Justa y Santa Rufina representan no solo la espiritualidad y la devoción, sino también el vínculo entre la historia y la cultura popular de Sevilla, una ciudad que las ha adoptado como protectoras y símbolos de su propio destino.
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