Pedro I, rey de Castilla entre 1350 y 1369, es conocido por su carácter despiadado y su brutalidad, que le ganó el apodo de «Pedro el Cruel».
Su reinado estuvo marcado por asesinatos, traiciones y crueldades tanto dentro como fuera de su corte. Durante su vida, Pedro tuvo varias relaciones amorosas con mujeres de la nobleza, algunas de las cuales terminaron trágicamente. María Coronel, una dama noble sevillana, fue una de las figuras relacionadas con su vida amorosa. La leyenda de Pedro I y el candil en Sevilla es una historia misteriosa relacionada con este rey, que refleja su vida marcada por la tiranía y la culpa.
· Pedro I y Doña María Coronel:
La leyenda de Doña María Coronel está vinculada a la historia de una aristócrata sevillana y al Real Convento de Santa Inés, donde se encuentra enterrada. María Coronel, una mujer de gran belleza, era esposa de Don Juan de la Cerda, descendiente de la familia real de León. Tras la ejecución de su esposo, condenado por conspirar contra Pedro I de Castilla, conocido como Pedro el Cruel, María quedó viuda y comenzó a vivir tranquila, administrando sus bienes.
El rey, atraído por su belleza, intentó cortejarla, pero ella, temerosa de la crueldad de Pedro, trató de evitarlo y huyó de él en varias ocasiones. Una noche, cuando se enteró de que el rey planeaba irrumpir en su casa, María escapó por una ventana trasera y se refugió primero en la ermita de San Blas y luego en el convento de Santa Clara.
Sin embargo, Pedro I, disfrazado, logró entrar en el convento y, al descubrirla, María, desesperada, corrió hacia la cocina y, sin pensarlo, vertió sobre su rostro y manos una sartén con aceite hirviendo. En un acto de desesperación, se desfiguró el rostro para evitar que el rey la tocara. Cuando Pedro I vio su rostro quemado, huyó aterrorizado y arrepentido.
Arrepentido por su crueldad, el rey ordenó a la Priora del convento que cuidara de María y le concediera cualquier deseo. María pidió la devolución de los bienes que su esposo le había sido arrebatado para poder construir un convento. Pedro I accedió a su solicitud, y así se fundó el Convento de Santa Inés, en la calle Doña María Coronel, donde María fue enterrada.
María Coronel falleció el 2 de diciembre de 1411, y su cuerpo se conserva incorrupto en el convento. Cada año, los devotos pueden rendir homenaje a su tumba. Hoy en día, el convento es famoso por los tradicionales bollitos de Santa Inés, dulces elaborados por las hermanas clarisas, que los visitantes pueden adquirir en el torno del convento. Esta leyenda, cargada de pasión y sufrimiento, sigue siendo un importante relato en la tradición sevillana.
· Pedro I y el candil:
La leyenda transcurre en el Alcázar de Sevilla, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad y residencia del rey.
Según la leyenda, Pedro I, atormentado por los crímenes y traiciones que cometió durante su reinado, vivía atormentado por su conciencia. Una noche oscura y tormentosa, se encontraba solo en una de las estancias del Alcázar, cuando observó que un candil de aceite encendido comenzaba a parpadear de manera extraña. A pesar de los intentos de sus sirvientes por arreglarlo, la luz seguía vacilando inexplicablemente, generando una atmósfera inquietante en el palacio.
La vacilación del candil pronto se convirtió en una visión perturbadora, ya que las sombras proyectadas por la luz fluctuante empezaron a tomar formas humanas. Estas sombras, que parecían ser figuras de personas que el rey había asesinado, lo hicieron sentir que su conciencia lo estaba persiguiendo. Las apariciones, según algunos relatos, representaban las víctimas de sus crímenes: sus enemigos, amantes y otros desafortunados que habían caído bajo su mano despiadada.
Pedro, perturbado por la visión, intentó apagar el candil, pero en algunas versiones de la leyenda, la luz que se apagaba no solo simbolizaba la lámpara, sino también el fin de su propia vida y su destino inevitable. Esto se cumplió años después, cuando fue asesinado por su hermanastro Enrique II de Trastámara en 1369, quien le arrebató el trono.
La leyenda del candil ha perdurado en la tradición sevillana, y se dice que, en las noches oscuras, aún se puede ver un candil parpadeante en las ventanas del Alcázar, como una manifestación del espíritu de Pedro, condenado a vagar por la oscuridad debido a la culpa que lo acosaba. Esta historia simboliza el eterno conflicto entre el poder y la conciencia, y refleja la naturaleza trágica de un rey cuya vida estuvo marcada por la violencia y el arrepentimiento.
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